Si te encuentras de viaje por Irlanda algo que un turista no puede pasar desapercibido son las puertas en Dublín que estas pintadas de diversos colores, luciendo una ciudad pintoresca desde la primera impresión cuando pisas suelo irlandés.
Es cierto que ciudad que visites no existirán igualdades en esa orientación, pero las puertas en Dublín son distintas con un tono deslumbrante que las distingue del resto de cada hogar por donde hagas tu recorrido. Tal vez no sea suficiente para entender por qué es tan curioso, pero a continuación veremos a que nos referimos.
Imaginemos que estamos paseando por las calles de Dublín como si de un viajero se tratase y en nuestra remota visión habrá puertas rojas, verdes, amarillas y turquesas. Color que quieras mencionar estará ahí ¿Cómo sucedió esto? ¿Cuál es la razón de esta costumbre en esta ciudad de Irlanda?
Para responder a tus preguntas tenemos cuatro historias que a continuación veras donde se explica cómo fue que se convirtió en una ciudad tan animada como es ahora Dublín.
Historia de las puertas en Dublín
La primera se remonta a finales del Siglo XIX y se refiere a los escritores George Moore y Oliver St. John Gogarty, quienes eran vecinos colindantes. Oliver St. John Gogarty tenía la costumbre de retornar a su hogar en estado de ebriedad, pero golpeaba erróneamente la puerta de George Moore, así que como respuesta Moore tomo la decisión de pintar su puerta de color verde para que no vuelva a suceder esta situación de nuevo.
Gogarty no se quedó atrás y pinto la puerta de su casa de rojo. A partir de ahí todos los vecinos de la zona tomaron la costumbre de estos escritores y la hicieron suya pintando sus puertas de colores diferentes a la de los otros.
La segunda historia sucede en la misma época, se dice que al fallecer la reina Victoria, el país de Inglaterra decreto que todos pintaran sus puertas de color negro por motivo de duelo. Sin embargo, las personas lo tomaron con rebeldía y lo que hicieron fue pintar sus puertas de tonos relucientes.
La tercera historia es humorística, y se trata de las esposas quienes tomaron la decisión de pintar las puertas de su hogar con estos colores brillantes para que sus esposos ebrios no confundan sus puertas con la de otras mujeres para que no amanecieran en habitaciones ajenas.
La cuarta historia quizá sea la más verídica, debido a que en el siglo XVIII la ciudad de Dublín se volvió una de las ciudades más prosperas dentro del Imperio Británico, sus pobladores construyeron casas distinguidas muy diferentes a la antigua ciudad, pero las puertas externas tenían el mismo color.
Por lo que les añadieron su toque personal a las puertas de Dublín pintándolas del color que se les ocurriese, quiere decir que la creatividad reinaba en esta ciudad.